Las levaduras que transforman el jugo de uva en
vino requieren de nutrientes, además de los azúcares, para que la fermentación
se lleve a cabo. Los nutrientes
utilizados por las levaduras pueden ser divididos en macro-nutrientes y
micro-nutrientes. Sin una cantidad
mínima de estos nutrientes, las levaduras no pueden llevar a cabo proceso fisiológicos
básicos como la síntesis de proteínas estructurales, generación de lípidos para
la membrana celular, etc. Sin estos
nutrientes las levaduras tampoco podrán llevar a cabo procesos metabólicos
básicos como división celular, respiración, etc. Los macro-nutrientes básicos para las
levaduras son la glucosa y la fructosa. Por
otro lado, los micro-nutrientes que más comúnmente son requeridos por las
levaduras son nitrógeno, fósforo, potasio, cinc, magnesio, etc.
Durante una fermentación, la glucosa y fructosa no
son limitantes, de hecho, se encuentran en concentraciones muy superiores a las
requeridas para la sobrevivencia de las levaduras. Debido a la gran cantidad de azúcares en un
mosto, la concentración de levaduras se incrementa de unos cuantos cientos de
células por mililitro al inicio de la fermentación, hasta aproximadamente
100-200 millones cel/mL antes de terminar la fermentación. Para que se pueda incrementar la
concentración de células por mililitro, es necesario que además de los
macro-nutrientes (azúcares), se tenga en el mosto una serie de micro-nutrientes
que le servirán a las nuevas células a generar nueva pared celular así como
para llevar a cabo procesos metabólicos que mantengan vivos a estos
micro-organismos.
Cuando la
concentración de micronutrientes en los mostos no es adecuado, las células de
levadura no pueden dividirse adecuadamente y no pueden llevar a cabo procesos
metabólicos básicos como la respiración, crecimiento, y la fermentación, entre
otras. La falta de los nutrientes
necesarios para llevar a cabo los procesos metabólicos puede conllevar a que
las fermentaciones sean muy lentas o que no terminen, es decir, que no se
consuman todos los azúcares. A la las fermentaciones
que no terminan de consumir todos los azúcares son llamadas fermentaciones
atoradas. Las fermentaciones lentas y/o
fermentaciones atorados suelen ser muy problemáticas debido a que se
incrementan las concentraciones de otros micro-organismos en los mostos que
potencialmente pueden generar sabores o aromas no aceptables en un vino de
calidad. El crecimiento de otras
levaduras no-Saccharomyces (Pichia, Klokera, etc.) y bacterias también reduce
la concentración de nutrientes en el mosto, lo cual resulta aun más
problemático para el crecimiento de las levaduras (Saccharomyces).
En el caso de
levaduras Saccharomyces, existen
cepas que requieren altos niveles de
nitrógeno para llevar a cabo fermentaciones totales, mientras que otras cepas
requieren niveles bajos de nitrógeno para completar la fermentación. Por ejemplo, en la siguiente figura se
presentan los niveles mínimos que requieren algunas cepas de levaduras para
completar una fermentación. Se puede ver
claramente que la cepa Maurivin B requiere cuando menos 300 mg/L de nitrógeno
asimilable mientras que la cepa AWRI R2 requiere al menos 400 mg/L de nitrógeno
asimilable para completar la fermentación.
En Baja California, y en México no se ha reportado la
variación de la concentración de nitrógeno en el mosto a lo largo de la
maduración de las uvas. Tampoco se han
reportado las variaciones en la concentración de nitrógeno en los mostos de los
diferentes varietales producidos en Baja California. Se desconoce también el efecto del nitrógeno
asimilable sobre la fermentación en mostos de Baja California.
Las levaduras utilizan nitrógeno en forma de amonio
y aminoácidos durante la fermentación.
Estas formas de nitrógeno orgánico son conocidas como nitrógeno
asimilable por las levadura (NAL, o YAN por sus siglas en inglés). El NAL es requerido para la síntesis de
proteínas estructurales, enzimas y pared celular. Por lo anterior, niveles bajos de NAL en el
mosto pueden resultar en fermentaciones lentas o atoradas, además de la
producción de niveles altos de sulfuro de hidrógeno (H2S). Para evitar estos problemas, fosfato
di-amónico (DAP) es añadido al mosto antes y durante la fermentación. Las diferentes cepas de levadura requieren
diferentes cantidades de NAL, por lo que la cantidad de DAP añadido varía
dependiendo de la cepa utilizada durante la fermentación. Estudios demuestran que las levaduras
requieren cuando menos 350 mg N/L para completar la fermentación, sin embargo,
algunos autores aseguran que solo se requieren 150-200 mg N/L.
Realizamos algunos experimentos para evaluar el efecto de la concentración de
nitrógeno sobre la fermentación. En la
siguiente figura se puede observar que las fermentaciones en mostos con niveles
bajo de nitrógeno (100-150 mg N/L) son mucho más lentas que las que tienen
altos niveles de nitrógeno (250-500 mg N/L).
Las fermentaciones con bajos niveles de nitrógeno tardaron 20 días para
consumir todos los azúcares, mientras que las fermentaciones con altos niveles
de nitrógeno tardaron 10 días en consumir todos los azúcares. Es claro que el añadir nitrógeno a los mostos
puede ayudar a que las fermentaciones sean más saludables, más rápidas y que
los vinos terminen con mejores características organolépticas.
En la siguiente figura
se puede observar que independientemente de la concentración de nitrógeno en el
mosto, el consumo de este nutriente es muy rápido. Es decir, las fermentaciones con 100 o con 500
mg N/L consumieron todo el nitrógeno en 5-8 días. Lo anterior se debe a que las levaduras
mantienen una tasa de división muy rápida en los primeros días de la
fermentación y es cuando requieren las mayores cantidades de nitrógeno para
generar proteínas, pared celular, ácidos nucléicos, etc.
El crecimiento de las
células de levadura se puede observar en la siguiente figura. Es claro que el crecimiento de las células es
mucho más rápido mientras haya nitrógeno en el mosto (en los primeros 4-5 días
de la fermentación). Después de
reducirse los niveles de nitrógeno, el crecimiento del número de células de
levadura para y de hecho empieza a haber una mortalidad de células. Por otro lado, el número de células en los
mostos con bajas cantidades de nitrógeno es mucho menor (60 millones de
células/mL) que la cantidad de células en los mostos que tienen altos niveles
de nitrógeno (120 millones de células/mL).
Se ha demostrado que se requieren cuando menos 100 millones de
células/mL en un mosto para que se lleve a cabo una buena fermentación. Lo anterior sugiere que es crítico conocer la
concentración de nitrógeno en los mostos y si es necesario añadir nitrógeno y
otros nutrientes para llevar a cabo una fermentación exitosa.
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