Existen muchos
factores que son importantes en la evolución de un vino mientras se encuentra
embotellado. Mientras que es
generalmente aceptado que la introducción de oxígeno a través del tapón no es
bueno para los vinos blancos, se considera que cantidades limitadas de oxígeno
si favorecen la madurez de vinos tintos polifenolicamente robustos. Sin embargo, uno de los problemas más comunes
en la industria vinícola es la sobre-oxidación o la reducción de los vinos después
del embotellado de un vino. La sobre-oxidación
se refiere al ingreso de oxígeno en cantidades superiores a las necesarias para
ser utilizado para transformar polifenoles y otras moléculas para mejorar el
vino. Cuando se experimenta una sobre-oxidación,
los antocianos del vino empiezan a perder la tonalidad violeta y roja, y
empiezan a aparecer tonos anaranjados, amarillos y cafés. Aunque estos tonos no son indicativos de que
el vino tendrá sabores o aromas defectuosos, pueden indicar una
sobre-maduración del vino.
Por un lado, se ha demostrado que el vino tinto continúa
su maduración con y sin que el oxígeno esté disponible después del
embotellamiento. Sin embargo, la
disponibilidad de oxígeno acelera la velocidad de maduración de un vino
tinto. Este aceleramiento en la
maduración del vino, por lo tanto, reduce la vida de guarda del vino. En un ambiente anaeróbico (sin oxígeno), como
el que se experimenta en una botella de vino cerrada con una corcholata o con
taparosca algunos vinos van a desarrollar algunas características
reductivas. Por el contrario, vino tinto
embotellado en condiciones más aeróbicas (con oxígeno), con un corcho natural,
por ejemplo, tenderá a desarrollar características de oxidación más
prematuramente.
Todos los vinos pasan por un tiempo de crianza en
botella antes de ser consumidos. Para la
gran mayoría de los vinos, este tiempo de crianza en botella puede consistir en
unos cuantos meses con la idea de que lleguen al consumidor con las mismas características
con las que el vino fue embotellado. Sin
embargo, para algunos vinos de alta gama, la situación es algo más compleja ya
que el tiempo de crianza en botella se puede extender por varios años antes de
ser liberados al consumidor, que a su vez los puede mantener en cava por varias
décadas.
Durante el tiempo de crianza, el vino experimenta
tres etapas, la primera consiste en la etapa de maduración, una etapa de máxima
madurez y estabilización, y por último una etapa de declive. Sin duda alguna que existen una serie de
factores que influyen en la tasa en la que evolucionan estas fases de la
maduración del vino. Entre los factores que más afectan la
evolución del vino se encuentran la concentración polifenólica del vino, la
temperatura de guarda, la exposición a la luz, el pH del vino, y por supuesto
la tasa de ingreso de oxígeno a la botella, entre otros. En la siguiente figura se puede ver el efecto
de la calidad del vino en relación a la temperatura de guarda. A mayor temperatura, la evolución del vino es
más rápida, de tal manera que se llega rápido a la etapa de máxima maduración y
también rápidamente empieza su etapa de declive de calidad. Por otro lado, los vinos en guarda a
temperaturas muy bajas tienen una evolución muy lenta y tardarán mucho tiempo
en llegar a su etapa de máxima calidad.
Es generalmente aceptado que una exposición
limitada al oxígeno, especialmente en la etapa temprana de maduración de un
vino tinto es deseable para la madurez fenólica de un vino. Las reacciones oxidativas en vino no
embotellado ha sido ampliamente estudiado y se ha llegado a la conclusión de
que la oxidación del etanol para producir acetaldehído es uno de los factores
que más influyen en la percepción de madurez de un vino. El acetaldehído le provee al vino un aroma de
nuez, jerez, almendra, y en general, en bajas concentraciones provee
complejidad a los vinos. Después de la
formación de acetaldehído, se producen subsecuentes reacciones complejas entre
el acetaldehído, y taninos y
antocianos. Estas reacciones son
afectadas por el contenido de fenoles, la temperatura, el pH del vino, la concentración
de dióxido de azufre y la luz. Además de
las reacciones del oxígeno con las moléculas del vino, en la botella se
producen otras reacciones que involucran a los polifenoles, pero no al
oxígeno. Estas reacciones incluyen la
polimerización (reacción de compuestos de bajo peso molecular, para formar un
compuesto de alto peso molecular) y condensación de taninos, degradación y
condensación de antocianos, y la precipitación de polímeros de alto peso
molecular. Además de las reacciones que
afectan el color y la estructura tánica, la presencia de oxígeno también influye
en el desarrollo de los aromas del vino.
Algunos estudios demuestran que la gran mayoría de los aromas se
desarrollan como un resultado de la reducción, mientras que por el contrario, la
falta de viveza (soso) de un vino está asociado a los aldehídos que son
generados a partir de reacciones oxidativas.
A diferencia de los
aromas de oxidación, la gran mayoría de los degustadores coinciden que los
aromas de reducción no son agradables.
El azufre es un elemento que es introducido al vino desde diferentes
puntos. En el campo, el azufre es
aplicado a las uvas como un fungicida y puede ser acarreado en la fruta hasta
el proceso de fermentación. Por otro
lado, algunos aminoácidos libres o de las proteínas que tienen azufre en su
estructura molecular pueden ser transportadas al mosto o vino. Estos aminoácidos y proteínas se degradan y
liberan el azufre. Por último, el azufre
puede ser añadido indirectamente al vino y mosto por el vinicultor durante la
vinificación al añadir metabisulfito de sodio o potasio para proteger el vino
microbiológicamente. El azufre elemental
puede ser reducido microbiológicamente o termoquímicamente para producir
sulfuro de hidrógeno (H2S o ácido
sulfídrico) y sulfuros. Cuando el
problema de sulfuros no es atendido, se pueden producir mercaptanos en el
vino. Mientras que los sulfuros pueden ser
eliminados mediante oxidación o con cobre, los mercaptanos son difícilmente
removidos del vino.
Un vino reducido
generalmente presentará aromas de hule, huevo podrido, pantano, ajo. El límite de percepción de estos aromas varía
de persona a persona lo cual lo hace complejo de evaluar, además, los degustadores describen de una
manera diferente la percepción de estos aromas.
Para hacer esto más difícil, algunos aromas de reducción no son
percibidos como ofensivos y se describen como aromas de complejidad.
En múltiples estudios realizados, se ha
determinado que la tasa de introducción de oxígeno a través del tapón varía
dependiendo del tipo de cierre. En la
siguiente figura se puede observar que los tapones taparosca son los cierres
con menor permeabilidad de oxígeno, seguido por los tapones Zork y
sintéticos. Se puede ver también que
existe un poco variabilidad entre los tapones.
Por otro lado, los cierres con mayor permeabilidad son los corchos
naturales y que estos tienen una mayor variabilidad. Lo anterior significa que algunos corchos
naturales del mismo lote (bolsa) tienen baja permeabilidad pero otros tapones
tienen alta permeabilidad (inconsistencia).
Otros estudios demuestran que los corchos Técnicos
(aglomerados) tienen una permeabilidad al oxígeno un poco menor a los corchos
naturales, pero lo más importante es que tienen muy poca variabilidad. Lo anterior sugiere que aunque funcionan de
una manera similar a los corchos naturales, los corchos aglomerados o técnicos
tienen poca variabilidad en el mismo lote, es decir, son muy consistentes.
Se ha demostrado también que la posición de la
botella durante la guarda es importante en la permeabilidad del oxígeno a
través de la botella. Los valores más
altos de permeabilidad se observan cuando las botellas con guardadas en forma
vertical. La posición de guarda de las
botellas afecta más a los cierres de corcho natural y de corcho
aglomerado. Lo anterior se debe a que la
humedad del corcho juega un papel muy importante en la elasticidad de las
células del corcho. El corcho tiene que
estar húmedo para que mantenga sus propiedades elásticas, y en la posición
vertical, el corcho no está en contacto con el vino. Por otro lado, los corchos sintéticos son
afectados poco por la posición de guarda, mientras que los cierres quitapón son
los que menos permeabilidad presentan, y por otro lado, esta permeabilidad no
es afectada por la posición de guarda.
En general, se
considera que los diferentes tapones para cerrar un vino tienen diferente
permeabilidad al oxígeno. En la siguiente
figura se puede evidenciar que los cierres taparosca presentan la menor
permeabilidad (0.0001 a 0.001 mL aire/día), mientras que los corchos naturales
y sintéticos presentan la mayor permeabilidad (0.001 a 0.01 ml air/día). La alta variabilidad de los corchos naturales
se debe a las inherentes variaciones en la composición del corcho, lo cual es
dependiente del árbol donde se cosechó el corcho. Por otro lado, los corchos técnicos (corcho
aglomerado) tienen mucho menos variabilidad en cuanto a la permeabilidad debido
a que están hechos con viruta de corcho aglomerado con polímeros
sintéticos. La homogenización de la
viruta del corcho hace que estos corchos sean muy consistentes entre si. La variabilidad de los corchos sintéticos se
debe más a la variabilidad entre los diferentes polímeros y métodos utilizados
por las diferentes compañías para hacer los cierres. Sin embargo, la realidad es que la
permeabilidad de los corchos sintéticos es muy similar a los corchos naturales
y que la variabilidad en la permeabilidad de cada una de las marcas de corcho
sintético es mucho menor que la de los corchos naturales.
Debido a la complejidad del problema de la
introducción de oxígeno al vino por el corcho después de embotellado, se han
realizado múltiples estudios sobre el método de taponado de una botella. En Australia, por ejemplo, se realizó un
estudio de siete años sobre el efecto del tapón en la percepción de calidad de
vinos. La permeabilidad de oxígeno
determinada para los corchos naturales fue de décimas de mililitro de O2 en las
primeras semanas de embotellado, centésimas de mililitro en los primeros cuatro
meses en botellas acostadas, pero hasta varios mililitros en botellas
almacenadas en posición vertical. El
estudio de nuevo confirmó que existe una gran variabilidad en la permeabilidad
de los corchos naturales.
Las características
del vino antes de ser embotellado se presenta en la Tabla 1. Se puede ver que los niveles de azúcar
residual eran bajos (vino seco), sulfitado, con un pH típico de un vino fresco,
y con un alto grado alcohólico (14.2°).
Los corchos sintéticos presentaron una
permeabilidad muy similar a los corchos naturales, sin embargo, presentaron una
menor variabilidad entre tapones. La
permeabilidad de los corchos sintéticos fue de aproximadamente 1 centésima de
mililitro por día, sin embargo, la permeabilidad en los tapones taparosca fue
de solo 1 milésima de mililitro por día.
De una manera práctica se puede concluir que el tapón taparosca es una
barrera efectiva contra el oxígeno.
Después de hacer la
evaluación organoléptica de los vinos embotellados por 7 años, se llegó a la
conclusión de que el oxígeno no era un componente vital para la evolución y
maduración de un vino tinto una vez embotellado. Sin duda alguna se observó que el acceso de
pequeñas cantidades de oxígeno (aprox. 4 mL O2/botella/año) aceleran la
evolución y maduración de un vino tinto a través de reacciones oxidativas. Sin embargo, el vino tinto continuó su
evolución sin que oxígeno entrara a la botella a través del tapón. Se asume que esta evolución del vino se debe
a reacciones anaeróbicas que no fueron calificadas negativamente en este
estudio.
Se puede concluir que
el vino evoluciona independientemente de la introducción de oxígeno a la
botella a través del corcho. Por otro
lado, los tapones taparosca son una barrera prácticamente impermeable al
oxígeno. Los corchos sintéticos
presentan una permeabilidad de oxígeno similar a los corchos naturales, sin
embargo, la variabilidad en la permeabilidad es mayor en los corchos
naturales. Es decir, la permeabilidad en
un lote de botellas tapadas con corchos naturales que provienen de una misma
bolsa es mucho mayor que la que se presentaría en un lote de vinos cerrados con
corchos sintéticos provenientes de una misma bolsa. Esta variabilidad en los corchos naturales se
debe a las pequeñas imperfecciones de la corteza de donde se saca el
corcho. Por otro lado, la consistencia
de los corchos técnicos o sintéticos se debe a la uniformidad de los procesos
tecnológicos con los que se hacen estos cierres.
El tipo de corcho que
se utilice para cerrar un vino va a impactar la maduración de un vino. Los datos indican que la oxidación de un vino
es menor en vinos tapados con taparosca y mayor en botellas con corchos naturales
y/o sintéticos. Sin embargo, el tipo de
cierre no es lo único que afecta la maduración de un vino, la temperatura, la
manera de guarda, el tiempo, etc. También deben ser considerados. Lo que es claro, es que la permeabilidad de
oxígeno a través de los corchos sintéticos es muy similar (o mejor debido a la
consistencia) que los corchos naturales.
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